Con flujo constante, el tradicional cementerio recibió desde las 7:30 de la mañana a decenas de miles de personas, en su mayoría de comunidades originarias, que rindieron homenaje a sus difuntos.
El cementerio del barrio porteño de Flores recibió a miles de personas, en su mayoría de comunidades originarias que, como todos los 2 de noviembre, depositaron ramos de flores, comidas y ofrendas típicas para despedir el alma de sus difuntos. Según los datos aportados por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: “entre 45 y 50 mil personas, con flujo constante, ingresaron desde las 7.30 al Cementerio, en familia o individualmente, para celebrar el Día de los Fieles Difuntos.
En este sentido, Clara Clemente, una mujer originaria de la ciudad del altiplano sur boliviano, Potosí, que desde hace cuatro décadas reside en Argentina, contó: “es una costumbre muy linda que nosotros los bolivianos tenemos en nuestro país, que hemos visto desde chicos a los abuelos llevar estas tradiciones y ahora se las transmitimos aquí a nuestros hijos y nietos”.
A pesar de vivir en el país desde sus 14 años, Clara aún mantiene vivas todas las tradiciones que sus familiares le transmitieron, como los diversos rituales durante la celebración del Día de Todos los Santos, los Carnavales o la Navidad. Cada año, Clara visita y agasaja a sus difuntos con enormes ramos de flores en el cementerio porteño, donde han llegado a concurrir hasta 60 mil personas y que el año pasado, por la pandemia del coronavirus, esta tradicional ceremonia debió realizarse fuera del Cementerio.
La mujer contó cómo vivió su tradicional festejo: “este año al cementerio vine con mi nieto Jesús, de 10 años, que me pidió venir y yo lo traje, para mostrarle el lugar y contarle sobre nuestra tradición y lo que significa”, expresó la mujer acerca del niño, quien “mira todo sorprendido y escucha muy interesado” acerca de estas costumbres ancestrales de celebración y encuentro. Sin embargo, Clara reconoció que “algunos jóvenes ya no están interesados”, por lo que insistió en la labor de “transmitir de generación en generación nuestras tradiciones”. En el día de conmemoración, específicamente en el cementerio de Flores, diversos rangos etarios participaron de alguna manera en las celebraciones de esta festividad, que se inició el 31 de octubre con el armado de los altares en cada casa particular, con los que se invita a descender a las almas “de los seres queridos que partieron”. Para esta ocasión, Clara colocó en el altar diversas ofrendas, que son “todas las cosas que le gustaban a los difuntos” y por la mañana ya comenzó a cocinar el almuerzo para toda la familia, que “depende de cada tradición la comida que uno hará”, explicó.
Por la tarde, vecinos, conocidos y familiares realizaron breves visitas “especialmente a quienes perdieron un ser querido hace poco”. Para esto, se recibe a los visitantes con típicas comidas o con un vaso de chicha de maíz, una bebida ancestral y de las más tradicionales y populares en Bolivia, que se toma especialmente en las festividades. La jornada comenzó de la misma manera, con los más característicos aromas emergiendo desde las cocinas de las casas donde se preparan los platos que acompañarán la celebración. Cada persona decide el horario en el que concurrirá al Cementerio de Flores, que por esta celebración extendió su horario hasta las 17.30 y que permitió el ingreso de las bandas musicales que hacen de ésta una fiesta muy particular. En el caso de Clara, comentó: “Yo fui temprano porque hoy también recibo visitas de mis familiares y amigos, eso depende de cada uno”, y aseguró que estaba “todo controlado” y la mayoría de las personas “asistió con barbijo”.
Al respecto, fuentes del gobierno porteño indicaron que la actividad se planificó para que “las personas ingresen por la entrada principal y salgan por otra, así el flujo puede seguir sin chocarse ni que se armen embudos”. Para finalizar la jornada, y previo a que se retiren las últimas visitas, Clara y su familia comenzaron “a desarmar y repartir todas sus ofrendas porque no puede quedar nadita de nada”. Esto es así ya que de esta manera “las almas se pueden ir como vinieron, contentos y en paz” y quienes quedan presentes culminan el día con diversos juegos, que representan el ánimo de celebración de esta fecha.