Cientos de personas forman más de siete cuadras de cola esta mañana en torno a la parroquia de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, que tras dos años de pandemia volvió a abrir sus puertas a la feligresía para celebrar al patrono del pan y el trabajo en un su día.
“Glorioso San Cayetano, que nunca nos falte en nuestra casa el pan y el trabajo”, se lee en un gran cartel colocado en frente al templo de la calle Cuzco 150. En cada cuadra está dispuesto un cura de la iglesia para bendecir a los feligreses que acercan sus espigas y objetos para ser bendecidos.
Néstor Suárez tiene 50 años y es de Lanús. En sus manos tiene una gran imagen de San Cayetano impresa y se acerca a bendecirlo. “Vengo todos los años a agradecerle a nuestro santo patrono. Siempre tuve trabajo y desde chico le agradezco por lo que nos da”, afirmó el hombre que admite que siempre lleva una imagen de San Cayetano en su billetera.
Mirtha Vázquez, de 63 años, del barrio de Boedo, contó que volvió a esta celebración luego de 10 años para pedir trabajo para su hijo
“Vengo por mí hijo que hace meses busca un trabajo pero que no tiene suerte. Ojalá que el señor lo ayude pronto porque estamos desesperados”, señaló la señora que portaba una medalla de San Benito.
A pocos metros, el cura Blas Giancarlo, tras bendecir a un grupo de feligreses señaló: “Algunos se acercan para agradecer que tienen trabajo y otros para pedir, no solo para sí mismo, sino para un familiar o amigo. Eso es para valorar, porque siempre es más fácil venir para sí mismo”.
Y destacó: “Esto demuestra cómo es la gente en los barrios populares, que todos los días salen a buscar trabajo o ganarse el pan dignamente” enfatizó.
En la esquina Bueras, a una cuadra de la iglesia del barrio de Liniers, Alfredo Manrique canta canciones populares argentinas acompañado por su guitarra. “Esta es una manera de agradecerle al santo patrono por lo que hace por nosotros”, destacó Manrique.
A las 0 horas de hoy, con las tradicionales campanadas, después de que la banda de la policía federal tocara el himno nacional, los sacerdotes abrieron las puertas de hierro del templo de la calle Cuzco lo que dio inicio a la festividad católica que se realiza en simultáneo en varias parroquias de todo el país.
La llamada Fiesta Grande lleva por lema este año “Gracias San Cayetano por acompañarnos, ayudanos a cuidarnos como hermanos” y la misa central era presidida desde las a 11 por el cardenal Mario Poli.
Los devotos del santo realizaron anoche más de cinco cuadras de fila en las veredas cercanas al santuario, donde se ubicaron con sillas plegables, ponchos y termos con mate o café, donde se congregaron grupos de familiares, de compañeros de trabajo o incluso de fieles que se conocen de participar en celebraciones anteriores.
Entre ellos, un grupo de boy scouts distribuía mate cocido y tortas fritas, mientras que en el escenario montado frente al santuario distintos grupos musicales animaron la noche con repertorios religiosos y folclóricos. A metros del escenario, se desplegaban las vallas que separan a las filas de los promesantes, la conocida como “fila lenta” de quienes se detienen frente a la imagen del santo, y la “fila rápida”, que pasa a saludar la imagen sin detenerse. Las autoridades de la parroquia anunciaron que hoy habrá misas y bendiciones durante toda la jornada.
La imagen de San Cayetano, oriunda de Italia, arribó a la zona de Liniers en 1875 con las monjas del divino Salvador, que fundaron una capilla y un colegio dedicados al patrono de la Providencia, tras lo cual se construyó el templo en 1900 y fue consagrado parroquia en 1913.
La devoción por San Cayetano se hizo popular a partir de la crisis de 1930, cuando ante la desesperación de los sectores obreros, el párroco Domingo Falgioni organizó una pastoral que impulsó la veneración del santo, que comenzó a ser el del “pan y el trabajo”. Y, desde entonces, se hizo tradición en el país la concurrencia masiva de trabajadores locales y de países limítrofes cada 7 de agosto a pedir o agradecer por el trabajo y sus intenciones particulares.