30 octubre, 2024
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Cultura

Isabel Zapata y una escritura que apuesta a la incomodidad y al refugio de las palabras

En la escritura de la autora mexicana Isabel Zapata no hay ideas concluyentes o afirmaciones cerradas: la invitación es a repensar definiciones y perspectivas para incomodarnos o inquietarnos ante lo conocido y reposicionarnos en el mundo que habitamos donde, como dice la narradora de uno de sus libros, el plan es levantar “la voz para que la historia adquiera vida propia y encuentre su sitio junto a otras mujeres”.

De visita en Buenos Aires para participar de la Feria de Editores que colmó desde el jueves el C Complejo Art Media del barrio de Chacarita, Zapata (México, 1984) se dispone a la charla con Télam mientras su colega también mexicana Jazmina Barrera queda a cargo del stand de Antílope, el sello que armaron con otros amigos hace ya ocho años.

La editora y escritora celebra sorprendida el interés y el entusiasmo que despertaron sus tres libros en nuestro país. Se trata de “Maneras de desaparecer” e “In vitro”, editados por Excursiones, y “Una ballena es un país”, cuya edición estuvo a cargo del sello Rosa Iceberg.

Si bien el primero lleva más tiempo en las librerías argentinas, “Una ballena es un país” e “In vitro” son más recientes. En los dos insiste una voz narrativa lírica que no subraya sino que convoca a pensar desde la relación con la tierra y los animales hasta las incomodidades de la maternidad.

“Una ballena es un país” apuesta a la poesía para “cuestionar nuestros vínculos con los animales y las creencias en las que descansan, con la intención de tender puentes de empatía que solo la literatura es capaz de provocar”, sostiene la autora en el prólogo.

Mientras que en “In vitro”, el foco está puesto en la maternidad como proceso que acarrea no solo felicidad sino incomodidades, pérdidas y temores. “Quiero decirlo todo y saberlo todo y escucharlo todo, romper con el pacto de silencio que mantiene en aislamiento los temas dolorosos relacionados con la maternidad”, se lee en las primeras páginas.

-Télam: La narradora de “In vitro” dice que se resiste a ser un diario y define el texto como una novela por entregas. Por otro lado, en tus tres libros lo multiforme, la difuminación de los géneros prevalece. ¿Cómo te interesa pensar los géneros al momento de escribir?

-Isabel Zapata: Me importan los géneros como herramientas, no como límites. Por ejemplo, en el último tiempo quería escribir una novela, en parte, porque sentía que eso podía desafiarme y ayudarme a romper un poco lo que venía haciendo y darme otros recursos, desprenderme de mañas, obligarme a leer otras referencias. “In vitro” sería el más novelístico porque hay una narración de cosas que van sucediendo en el tiempo pero es muy ensayístico, lírico. La novela es por así decirlo tradicional, es ficción, aunque eso hay que cuestionarlo un poco porque también en la ficción hay verdad y en la literatura autobiográfica hay invención. No hay divisiones tan estáticas pero me gusta la literatura que no se adhiere a estas divisiones tan rígidas.

-T: Entre los tres libros hay muchos puentes, aspectos que insisten pero “In vitro” parece posible porque antes escribiste “Maneras de desaparecer”, donde la hija hace un duelo dando voz a una madre. ¿Identificas ese puente?

-I.Z.: En la presentación Valeria Tentoni decía que este libro es el agua que llena esa alberca vacía de “Maneras…” y es cierto porque en mi mente está muy vinculado el duelo con la maternidad. Mi deseo de ser madre vino a incendiar un poco la ausencia de mi propia madre. Está un poco esta idea de que al tener un bebé tu madre es la que te va a enseñar cómo tenerlo, cómo transitar el embarazo. Me refiero a cosas prácticas y emocionales. Por eso también se llama “In vitro” porque puso bajo la lupa, el microscopio, mi propio duelo y mi relación con mi madre que, pese a que hace 20 años que murió, evolucionó con haber tenido a mi hija.

-T: La narradora dice que maternidad es una separación de nosotras mismas, no solo del mundo. La escritura, a su vez, está para generar otro espesor, dar otra capa a ese vínculo con el mundo. ¿Qué cambió la maternidad en relación a tu propia escritura?

-I.Z.: En cuanto a tiempos me he tenido que acostumbrar a escribir en períodos más cortos, a concentrarme de manera distinta. Hay una frase de San Agustín que dice “si me preguntas qué es el tiempo no lo sé pero si no me lo preguntas sí lo sé”. Se disloca el tiempo cuando tienes un bebé. Te separa de ti misma porque la mujer que eras antes de ser madre no existe más, adquieres costumbres nuevas, tu identidad se resquebraja pronto, de repente eres la mamá de alguien. La escritura es una nueva capa y es una manera de definirme o encontrarme, es una búsqueda constante. Siempre estás dejando de ser algo, no importa en qué momento lo digas, entonces la escritura me va ayudando en ese proceso de irme transformando.

-T: Los tres libros marcan una conversación posible sobre la maternidad. ¿En tu novela actual volvés sobre ese tema?

-I.Z.: Hay temas que te obsesionan y uno vuelve y vuelve y yo desde que empecé a escribir siempre me ha interesado la animalidad, mi relación con mi madre, el tema del duelo, han sido los temas constantes en mi vida. Sigo leyendo sobre eso pero en mi escritura estoy tratando de escribir otras cosas. En la novela hay una madre y una hija pero la conversación se continúa por otros medios. Ahora también quisiera volver a la poesía, me gusta ese ritmo de pasar a otra cosa cuando me canso de algo. La novela me agotó porque fue dificilísimo y quiero pasar a otra cosa, a la poesía.

-T: ¿Y qué podés adelantar de ese trabajo?

-IZ.: Es una novela sobre la muerte de la perra. Es un poco fantasmagórica, es sobre el duelo de la niña por esa muerte de la perra. Es sobre la manera en la que la memoria infantil impacta en tu vida. Esta niña tiene 6 años cuando muere su perrita y eso marca su vida. Insisten el duelo, memoria, animales, es difícil huir de las obsesiones.

-T: El libro plantea que la maternidad a veces es un camino que implica un proceso largo y no siempre es feliz. Se habla mucho sobre la maternidad y las formas de embarazo en estos tiempos y en el libro te hacés cargo de la incomodidad que implica pagar y hablar de los tratamientos. ¿Cómo ves ese debate?

-I.Z: Sí, se habla y debate mucho legal, ética y medicamente. Creo que se hace mucho más de lo que sabemos. Es un tema muy complejo y es como ciencia ficción. Aunque decidamos que no, siempre tenemos que decidir y no es fácil decir que no. Veo muchas amigas que están convencidas de que no quieren y aun así sufren por las cosas que les dicen aunque estén muy convencidas. Hay una autora que plantea que hasta que no se sabe que no puedes, no te dejan de molestar. Es una locura porque no hay manera de librarte. Incluso cuando ejercen la paternidad no hay pregunta por la paternidad a los varones.

-T: ¿Cómo fue tu inicio del vínculo con la escritura?

-I.Z.: Justo un amigo ponía en Twitter que habría que escribir un ensayo sobre crecer con biblioteca o sin biblioteca. Me interesa porque no creo que porque yo haya crecido en una casa con dos bibliotecas yo me haya hecho lectora, conozco personas con padres lectores que no lo son. De la escritura recuerdo los diarios, es algo que me interesa leer y escribir. Y lo sigo haciendo. Muy pronto en la vida sentí que era cuando mas feliz me sentía cuando escribía ese diario. Sentía que ahí podía ser quien yo quisiera, como una libertad muy grande asociar la escritura con la posibilidad de dibujar mi propia persona o inventar mi propia persona con todo lo que implica memoria, invención, artificio. Ahora eso ha cambiado pero sigo disfrutando al escribir.

-T: Tenés un proyecto editorial Antílope, ¿cómo surgió y cómo dialogan los dos roles: el de editora y el de escritora?

-I.Z.: Primero fui escritora, tenía esa vocación. Después con mi amiga Jazmina Barrera, cuando estábamos juntas en Nueva York estudiando una maestría hace 10 años y platicábamos acerca de que teníamos muchos amigos que escribían y que estaría bueno que hubiera una editorial donde cupieran esos libros que no estaban teniendo cabida en el mundo editorial. Ella a su vez tenía otros amigos que platicaban de lo mismo y un día fuimos todos a comer y ahí hicimos la editorial. Llevamos ocho años constituidos como editorial y creo que escribir, mi trabajo creativo como escritora me ha hecho mejor editora y mi trabajo como editora me ha hecho mejor escritora. También lo vi con Marina Yuszczuk, son cosas que se alimentan. Como editora sabes que cuando alguien te da su manuscrito te entrega su corazón, es algo muy delicado, entonces te vuelves muy cuidadosa. No se trata de no comentar sino en ser cuidadosa al hacerlo. También hay un punto ciego porque entre las editoras nos leemos mucho porque siento que hay cosas que ya no puedo ver, que las cambié tanto de lugar, que no leo.

Por Emilia Racciatti

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