Desde el sector editorial opinan que la ley proteccionista los beneficiará.
En tanto, diferentes editores, investigadores, representantes del rubro gráfico y distribuidores de libros, manifestaron que la resolución tiene un trasfondo proteccionista, que no afectará negativamente a la cadena productiva, aunque esperan nuevas políticas complementarias.
En relación a la flamante resolución que impone un límite a la importación de ejemplares por cuestiones sanitarias, diferentes editores, investigadores, representantes del rubro gráfico y distribuidores de libros dan su mirada y suponen que la medida no afectará negativamente su actividad, aunque alientan la aparición de políticas complementarias para apuntalar a uno de los sectores más castigados por la crisis.
Se trata de la Resolución 253/2020, impulsada por el Ministerio de Desarrollo Productivo, por la cual se establece un límite a la importación de libros de hasta 500 unidades por mes con el propósito formal de controlar el uso de tintas con alto contenido de plomo en productos gráficos, es evaluada por distintos actores del sector editorial como una iniciativa que busca alentar la impresión de libros en el país para fortalecer a las imprentas.
En este sentido, Carlos Díaz, director editorial de Siglo XXI, en diálogo con Télam, manifestó que “En lo personal estoy de acuerdo con el fondo de la cuestión, con lo que creo que es el espíritu de la medida, que es la protección de la industria nacional. Entiendo que el Gobierno no puede salir a prohibir ciertas cosas públicamente porque tendría problemas con organismos como la Organización Mundial de Comercio y que estos son los caminos que encuentran los países, no solo el nuestro, para implementar medidas ligeramente proteccionistas”.
Carlos Díaz, director editorial de Siglo XXI destaca, “En lo personal estoy de acuerdo con el fondo de la cuestión, con lo que creo que es el espíritu de la medida, que es la protección de la industria nacional. Entiendo que el Gobierno no puede salir a prohibir ciertas cosas públicamente porque tendría problemas con organismos como la Organización Mundial de Comercio y que estos son los caminos que encuentran los países, no solo el nuestro, para implementar medidas ligeramente proteccionistas”.
Y agrega, “Lo del plomo en tinta creo que es anecdótico, no vale la pena opinar sobre ese punto en particular ya que es la excusa que se utiliza para lograr otro fin –explica a Télam-.Es importante que se entienda que lo que se dificulta este medida es la importación de más de 500 ejemplares, y hoy por hoy casi ninguna editorial importa esas cantidades ya que, por los cambios tecnológicos, se vuelve más sencillo y hasta más rentable imprimir esa cantidad de libros directamente en la Argentina en lugar de traerlos”.
Díaz explica que también la medida “apunta a desalentar la entrada saldos y de fascículos coleccionables, los típicos que se venden en los kioscos de diarios, que acompañan la venta de autitos de colección, piezas para armar un dinosaurio gigante o monedas del mundo. Estos fascículos suelen ingresar al país bajo el rubro ‘libros´”, acota. El presidente de la Cámara Argentina del Libro, Martín Gremmelspacher, coincide con el diagnóstico del editor: “Gran impacto no va a tener porque el 90, 95 por ciento de la producción editorial se hace aquí en la Argentina –indica-. Esto va a afectar a aquellas ediciones de más de 500 ejemplares que se hacen en el exterior que no son tantas y que en algunos casos son libros que casi no se pueden hacer en nuestro país.
Y agrega “Es una medida que defiende la industria nacional, intentan concentrar aún más la producción acá así que en el fondo es eso, es una defensa de la industria nacional y no afecta tanto a la industria editorial ya que, insisto, la mayoría de los ejemplares se imprimen en la Argentina”.
Grupal es una distribuidora que comercializa en el país títulos de prestigiosos sellos extranjeros como Siruela, Anaya y Sexto Piso, aunque también tienen un área de negocios que incluye sellos nacionales. Pese a que la impresión local de títulos representa un 30% de los ejemplares del fondo editorial y la importada un 55% de la facturación, no considera que la resolución genere un impacto negativo sobre las ventas totales.
Además, el director de Siglo XXI aclara que “Lo del plomo en tinta creo que es anecdótico, no vale la pena opinar sobre ese punto en particular ya que es la excusa que se utiliza para lograr otro fin. Es importante que se entienda que lo que se dificulta este medida es la importación de más de 500 ejemplares, y hoy por hoy casi ninguna editorial importa esas cantidades ya que, por los cambios tecnológicos, se vuelve más sencillo y hasta más rentable imprimir esa cantidad de libros directamente en la Argentina en lugar de traerlos”.
Por otra parte, remarca Díaz que la ley “apunta a desalentar la entrada saldos y de fascículos coleccionables, los típicos que se venden en los kioscos de diarios, que acompañan la venta de autitos de colección, piezas para armar un dinosaurio gigante o monedas del mundo. Estos fascículos suelen ingresar al país bajo el rubro ‘libros´”.