El Bar, que estuvo varios meses cerrado, volvió a reabrir sus puertas el miércoles pasado.
Las refacciones del Bar Trianon, ubicado en la Avenida Boedo 845, del barrio porteño de Boedo, perteneciente a la comuna 5, llegaron a su fin, por lo que volvió a abrir al público.
El predio se restauró, sin perder su verdadera identidad, ya que quienes lo visiten podrán ver que sigue con su etilo de antaño.
En lo que tiene que ver con el piso, una gran parte original y otra parte está tapizada por un porcelanato italiano que colocaron en la refacción.
Uno de los responsables del proyecto, Juan Bardi, que pertenece al estudio de arquitectura Box detalló: “Empezamos a indagar en la historia del lugar. Cómo nació, cómo prosperó y ahí encontramos mucho material útil e interesante para la nueva propuesta. Decidimos hacer un nuevo lugar con una estética nueva pero con un pie puesto en lo que eran las tradiciones y la época dorada de la zona con el art decó. Decidimos usar azulejos, mármoles y distintos materiales de la época pero con un lenguaje más actual”.
A su vez, Esteban Ron, diseñador de la identidad visual del Bar, expreso que “Cuando empezamos sabíamos que nos metíamos en un proyecto con mucha mística. Fue una gran responsabilidad devolverle al lugar lo que había perdido porque estaba bastante descuidado. Investigamos, incluso fuimos al Archivo General de la Nación para ver cómo eran los carteles originales y diseñamos un nuevo logo a partir de la información que fuimos encontrando. La idea es revivir los mitos, hasta se dice que Perón vino a probar el sándwich de pavita”.
Para la alegría de Boedo y sus vecinos el mítico bar abrió hace pocos días y para preparar ese plato la pavita debe estar, al menos, 10 días sumergida en el escabeche para lograr el macerado perfecto, tal como se hacía en aquel entonces. Este es un punto importante para Guillermo Álvarez, de 36 años, uno de los dueños del local que, para respetar la receta original, buscó a los hijos de de los primeros propietarios y les pidió los lineamientos para que el sabor se mantenga auténtico como desde los comienzos de sus épocas doradas.
Álvarez comentó que, “La semana que viene, creo, ya vamos a ofrecer el tradicional sándwich de pavita. El tema es que lleva un proceso de macerado, con algunas verduras, orégano, pimentón, pimienta, vinagre, aceite y todo esto se tiene que asentar para darle el sabor. Acá en el bar y en un centro de producción el jefe de cocina está preparando 12 pavitas. Primero se separa el muslo de la pechuga, y el muslo es lo que luego atraviesa el proceso de macerado y la pechuga la usamos para poner un poco de blanco de pavita en el sándwich”.
Los curiosos y los viejos vecinos del barrio que pasaban caminando por la Avenida Boedo frenaban y miraban a través del vidrio para ver cómo había quedado. Lo que encontraban del otro lado es un lugar que pudo adaptarse a las exigencias del presente sin dejar de lado su identidad. Todo ahí mantiene un estilo art decó. Los espejos que cuelgan de las paredes atravesaron un proceso de añejado, ese es un trabajo que se hace de manera artesanal para que esas piezas de tres metros de largo luzcan como si siempre hubieran estado ahí. Lo mismo sucedió con el piso, que una parte es la original y la otra está tapizada por un porcelanato italiano que colocaron en la refacción. Y así con cada detalle, como las máquinas de escribir que están sobre una gran estantería, las clásicas cajas de galletas, todo como si se hubiera quedado detenido en el tiempo, y eso es un plus de este bar .
En cuanto al mítico sándwich, Guillermo Álvarez, dueño del Bar Trianon, manifestó que “La semana que viene, creo, ya vamos a ofrecer el tradicional sándwich de pavita. El tema es que lleva un proceso de macerado, con algunas verduras, orégano, pimentón, pimienta, vinagre, aceite y todo esto se tiene que asentar para darle el sabor. Acá en el bar y en un centro de producción el jefe de cocina está preparando 12 pavitas. Primero se separa el muslo de la pechuga, y el muslo es lo que luego atraviesa el proceso de macerado y la pechuga la usamos para poner un poco de blanco de pavita en el sándwich”.
“El nombre Trianon tiene mucho peso, en nombre y en calidad de producto. El otro día que abrimos el lugar se llenó enseguida. La parte arquitectónica es importante, pero también, al fin del día, lo más importante es el producto. Por eso trabajamos con platos abundantes, pastas caseras, lo mismo con las salsas y las pizzas que se hacen en el mismo horno de pizzas que estuvo siempre, al que le hicimos algunas refacciones pero es el original“, sostuvo Álvarez para finalizar.